A propósito del significado del rugby y el compromiso


Por Carlos "Veco" Villegas

Falleció en 1988. Es un referente del rugby argentino. Fue entrenador del Liceo Militar y del SIC. Fue entrenador de la selección nacional.

   El rugby es un medio y no un fin en sí mismo… e inmediatamente surge la pregunta: ¿un medio para qué? y también allí uno puede contestar de muchas maneras distintas, pero apuntando a tres cosas básicas:
Un medio para educar
Un medio para relacionar
Un medio para divertir

   Un medio para educar: porque desgraciado aquel deporte que no deja algo trascendental en la vida de quien lo practique. Se ha dicho y con razón que un deporte vale por la educación que deja en aquel que lo practica, y el rugby lo hace, porque las características propias del juego - que son principalmente de adversidad - enseñan a quien lo practica, bien orientado a entrenar y vencer la adversidad.

   No es cierto aquello de que los hombres no tenemos miedo; no es extraño tenerlo, pero lo interesante es aprender a vencerlo y el rugby justamente da la oportunidad de vencer el temor. Por que educa el rugby?

   Primero por lo que acabo de decir, segundo porque en el se hace un culto del juego en equipo, entonces uno aprende a vivir en función de los demás, uno aprende a sentir mas placer en dar que en recibir, uno aprende a sacrificarse aun a riesgo de su propio físico - por el interés máximo que existe en la cancha que es el equipo. Con el rugby se toma un compromiso, porque atrás hay un equipo. Uno es la quinceava parte de un todo, no es lo mismo ser catorce que quince.

   ¿Por que educa el rugby?… Porque fue el primer y casi único deporte que descubrió una verdad muy importante que dice que al Rugby (como sería cualquier otro deporte), no se puede jugar sin adversarios. Uno puede concebir el rugby sin Unión, sin dirigentes, sin entrenadores, sin periodismo, sin público y aún sin referee. En cambio, no se puede concebir el juego de rugby sin adversarios… y surge entonces como consecuencia natural de esa verdad la tradicional reunión de los equipos luego del partido que en la Argentina se llama felizmente Tercer Tiempo y es la manera de agradecerse unos a otros la oportunidad que tuvieron de disfrutar del juego dentro de la cancha. El rugby educa porque en un mundo materialista, muy difícil es desenvolverse sin tener que caer en ventajitas personales, permanentemente le está marcando al jugador que por más bueno y brillante que sea, no podrá hacer nada sin la ayuda de su equipo y le enseña, además, que en el rugby que queremos y debemos defender, vale más el hombre que el jugador.

   El rugby no fomenta ni fomentó nunca jugadores que pateen bien, que pasen bien o que formen bien un scrum, sino que fomentó siempre hombres de bien que trabajen, estudien y que, como complemento de su actividad principal, traten de patear bien, traten de pasar bien y traten de entrar bien a un scrum volante. El rugby siempre se enorgulleció de tener grandes hombres y siempre destacó, junto a la condición natural del jugador de hacer las cosas bien dentro de una cancha, la actividad privada de ese jugador. Puso de ejemplo a grandes jugadores que se han destacado en la cancha y que también han producido cosas realmente importantes para su país, la sociedad, la familia, etc.

   El rugby nunca quiso ser la meta final del que lo jugaba sino el medio mediante el cual el hombre, al mismo tiempo que mejoraba su físico y su mente, mejoraba espiritualmente.