El padre Uriburu



   El padre Uriburu, quién pasó sus últimos años combatiendo una cruel y dolorosa enfermedad, decía que: “ la vida es, sobre todo, lucha, torneo, noble competencia. Nadie sale de ella sin golpes, sin lastimaduras. De no salir lastimados, no estaríamos jugando en la cancha, sino sentados en la tribuna como espectadores. Estamos en la tierra luchando por clasificarnos, para ganar, en definitiva, el cielo, la corona de la vida eterna.

   La vida es una gran final que se juega una sola vez. Por ello tenemos que jugarla a fondo, hasta el fin.. Dejar el alma en ella, hasta que suene el silbato final. Solo después vendrá el gran festejo’.

   Para el padre Esteban Uriburu “el rugby requiere disciplina”. No bastan las condiciones o el talento. Es fundamental la constancia en el entrenamiento. Todo es cuestión de adquirir, mediante el ejercicio diario, un determinado estado físico.’ Estas mismas normas las aplicaba a la disciplina del alma.

   Agustín Badano, uno de sus grandes amigos, compartía con él la pasión por el Rugby. Muchas veces, al emprender una tarea apostólica común, hablaban en términos deportivos como si estuvieran en mitad de la cancha. Ambos se potenciaban “se pasaban la pelota y abrían juego’. En vacaciones, el padre Esteban salía a correr con su amigo y le indicaba como optimizar la carrera: “mirar hacia delante, poner los ojos en un punto fijo para cansarse menos, no mirar para abajo. Lo mismo ocurría en la vida: la forma de llegar a la meta era observar y no perder de vista el objetivo; mirar para adelante, no retroceder, jamás detenerse’.

   Además inculcaba que el Católico nunca debe jugar a la defensiva. Si un equipo juega de manera timorata, esperando el avance del rival, seguramente en algún momento su ingoal será vulnerado. Por el contrario, si juega de manera aguerrida, poniendo el juego adelante y busca con toda su fuerza y determinación la victoria, tarde o temprano prevalecerá.

   Ya en la etapa Terminal de su enfermedad, cuando la debilidad y el dolor parecían que iban a terminar con él, el padre Uriburu lograba reponerse de manera inexplicable, para darle un día más a su Iglesia. Es que el duro entrenamiento del Rugby lo capacitó para soportar los golpes de su enfermedad con dignidad y sin perder de vista el objetivo: la victoria final.

   Esteban Uriburu, sacerdote católico, llegó a ser una figura destacada en la primera división del San Isidro Club (SIC), como asimismo su obra resultó fundamental para el desarrollo del movimiento apostólico de la Virgen de Schoenstatt en los cinco continentes.